Marcelo Terceros Banzer: su vida y obra

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A continuación, transcribimos el breve libro de Antonio Landívar Serrate, titulado Marcelo Terceros Bánzer (1926 – 1988). Publicado en 1990, este opúsculo es el ganador de un concurso literario nacional convocado por el Colegio Santo Tomás de Aquino desde Santa Cruz de la Sierra. El equipo jurado calificador estuvo conformado por Plácido Molina Barbery y Gustavo Diescher Montero (miembros de la Academia Cruceña de Letras) y Daniel Pasquier (presidente del Consejo Asesor del Colegio Santo Tomás de Aquino). A continuación, la obra completa.

Capítulo I

Cuando se trata de escribir acerca de la vida y obra de alguien, el que se aboca a tal tarea se recoge en sí mismo y medita profundamente sobre los alcances de un cometido de suyo delicado y trascendental, pues que se pretende dejar sentado para los demás un juicio sobre personas y hechos que necesariamente han de considerarse importantes, sobre todo, para el conocimiento futuro.

Escribir la semblanza de un personaje encumbrado por la política hasta altas esferas gubernamentales, un potentado cuyas riquezas tienen enorme incidencia en la economía de la región, aquel industrial atrevido y emprendedor que llegara a conquistar la mayor preponderancia en la empresa o el magnate de la banca y las finanzas públicas o privadas, etc., etc., debe ser bastante dificultoso para su biógrafo acertar con los términos exactos o cabales que enfoquen al personaje y sus actos, a satisfacción del interesado o de sus allegados, quienes querrían quizá dictar forma y proyecciones de la referida semblanza, de manera tal que magnifique las cualidades del enjuiciado y la envergadura de su acción creadora y constructiva.

Serio problema para quienes se atrevan a incursionar en tal campo sin prever efectos o consecuencias, si el trabajo no concierta con lo que de él se esperaba. Y esto tornaría el asunto casi inabordable o, por lo menos, reservado para escritores privilegiados y hábiles panegiristas de quienes quieren ser tratados como lo que son, esto es, verdaderos magnates de la política, la ciencia o la actividad económica.

Afortunadamente para el que esto escribe, la síntesis biográfica en la que ahora se aventura, se presenta diáfana y sencilla, como la vida del personaje a quienes e trata de revivir hasta cierto punto, prolongando con plena sinceridad las facetas no por sencillas menos importantes y significativas que muestran la existencia y obras de un hombre ejemplare y digno, recientemente perdido, para pena y frustración del pueblo cruceño.

Y es necesario decirlo, aunque resulte un tanto doloroso reconocer tal circunstancia, en la actualidad escasean lamentablemente los valores netos y ejemplares en la esfera de las actividades cívicas y culturales, no sólo de Santa Cruz ni del país, sino que estamos ante un fenómeno general de falencia espiritual y moral que acaso es causa del vivir crítico y ruinoso de los pueblos en franca bancarrota cultural, social y política y donde las excepciones individuales son realmente tan escasas, que cuando desaparece uno de estos dignos ejemplares en los que podría esperanzarse el terruño o la patria, no puede menos que lamentarse amargamente por quienes ven así mermadas considerablemente las filas de la oposición al mal, la mediocridad, la desidia o corrupción.

Sean estas líneas una especie de necesaria introducción a la modesta semblanza que sin pretensión alguna se trata de ensayar a continuación.

Porque luego de todo será adentrarse sin temor ni suspicacia alguna, al contrario, con tranquilidad y confianza, en la vida de un hombre sereno y sonriente, abierto y franco, que pasó por este mundo saludando cordialmente con la mano extendida a todas las circunstancias presentes en el diario acontecer: el trabajo, la lucha, los éxitos y los reveses, sin inmutarse ni demostrar herida o cicatriz alguna; como quien sabe plenamente que el vivir es eso; brega constante, esforzada, valiente y decidida, con entereza y dinamismo, con tesón y hombría exentos de alardes de arrojo temerario ni enfermiza espectacularidad que a nada bueno conducen.

En la somera exposición de tales aspectos interesantísimos discurrirá esta labor biográfica llana y claramente, como la corriente espontánea de mansos manantiales que sacian y refrescan sanamente, mientras murmuran una sabia lección de plenitud y amor.

Capítulo II

Pocas veces es posible encontrarse con hombres poseedores de ciertas cualidades descollantes que no tengan en cambio otras negativas o por lo menos, discordantes que distorsionan o perjudican una personalidad cuya conducta se norma por los principios rectilíneos y dignos de reconocimiento y aplauso. A veces los factores internos o externos que exigen la vida humana determinan esta circunstancia de poder contarse con ejemplares dignos de elogio cabal por escapar a las influencias del medio ambiente o a las fallas de la educación hogareña y escolar, aparte de los efectos de la convivencia diaria con individuos de diversas condiciones; de modo que cuando se presenta alguien favorecido con dotes sobresalientes o notables, no puede menos que pensarse en la excepción.

Marcelo Terceros Bánzer era uno de esos caracteres privilegiados por virtudes y cualidades que resultaba imposible no reconocérselas, a menos que se tratara de hallar, con un afán un tanto morboso, fallas apreciables en su hombría de binen. Talentoso en grado admirable, bueno, afectuoso y siempre dispuesto al servicio de las causas dignas, valiente y decidido en aquellos casos que el valor se demuestra afrontando las situaciones con entereza y serenidad, campeó por la vida con paso firme y natural, nada propenso a desviarse buscando atajos o desvíos tortuosos, cumpliendo el deber con la consagración simple de quien obedece a sanos y precisos cánones espirituales y morales.

Su clara inteligencia le ayudaba a captar fácilmente la esencia de las cosas y desenvolverse sin tropiezos; lo que hizo de él que fuera un destacado estudiante, brillante profesional y correcto y eficiente funcionario en las diversas y relevantes tareas que desempeñó durante el transcurso de su carrera como educador, funcionario administrativo, diplomático y connotado directivo de las faenas cívicas y culturales.

Si eran notables su talento y capacidad, no lo era menos la modestia y sencillez con que se desenvolvió siempre cuando desempeñaba sus labores, ya sean de menor o mayor jerarquía, sin que ni por un momento lo envanecieran sus legítimos triunfos alcanzados merced a lo claro y notable de su intelecto y como fruto de su dedicación al estudio y preparación. Porque en realidad nunca se dejó ganar por la afectación ni las poses que adoptan quienes no están preparados para sobresalir por efecto de los propios méritos.

Su actuación en la enseñanza media y universitaria, funciones jerárquicas, representación del país en el exterior y su vasta labor en las instituciones culturales, cívicas y sociales con ser de mucha significación y eficiencia, no la tomó pues como algo excepcional o espectable, sino como efecto natural de quien se entrega a cumplir con definidos mandatos de la conciencia humana que impulsan a ir hacia adelante como justificativo de un concepto simple y preciso de cuanto es necesario acometer.

Fuera de la actividad laboral propiamente dicha, ocupó a Marcelo Terceros una constante labor de prodigación en las faenas culturales, perteneciendo siempre a las más señaladas instituciones que se ocupaban de tal ejercicio y en las que, por su claro intelecto y reconocido espíritu de servicio, estuvo figurando en la plana mayor o directriz y desempeñándose con notable acierto en cuanta ocasión se solicitó su valioso concurso. Cuando le tocara decir algunas palabras o leer una exposición sobre determinado tema, lo hizo por supuesto, con toda propiedad y acierto, sin que puedan pasar desapercibidas sus palabras elocuentes, autorizadas y elegantes al presentar el tema con gala de un dominio claro y sencillo, además de la dicción correcta y simpática despertando cada una de sus intervenciones un motivo seguro del aplauso del oyente, muestra de aprobación que nunca le envaneció ni halagó en grado perjudicial o lesivo a su innata modestia.

El prematuro deceso de Marcelo Terceros privó a Santa Cruz de su valioso concurso, truncando una trayectoria que aún prometía mucho en favor de la causa cívica y cultural del país; fue, entonces, una vida bastante breve pero benéfica que dejó su huella imborrable en el concepto popular y el corazón de la colectividad necesitada de elementos de tal calidad para surgir y consagrarse en sus nobles ideales.

Y como si él adivinase desde su infancia que no tenía tiempo que perder si quería dejar algo de sí, se adelantó en los estudios, venciendo dos o tres cursos en uno sólo, para llegar al bachillerato en Humanidades a una edad nada acostumbrada, coronando su carrera de Derecho con la misma temprana culminación y entrando en la labor funcionaria desde diversas reparticiones en plena adolescencia, lo que prosiguió en forma ininterrumpida hasta el infausto día de su repentino deceso.

Así brevemente esbozada la brillante personalidad de Marcelo Terceros, conviene detenerse en la relación precisa de sus datos biográficos, que pondrán de manifiesto todo cuanto fue, hizo y dejó ante las generaciones presentes y venideras como un ejemplo de talento, estudio y trabajo, para ser imitado por quienes quieran ver en él tales atributos de innegable autenticidad.

Capítulo III

Marcelo Terceros Bánzer nació en Santa Cruz de la Sierra, el 24 de agosto de 1926; siendo hijo legítimo del Dr. Adalberto Terceros Mendívil y la señora Josefina Bánzer Aliaga de Terceros. El primero fue notable hombre público cruceño: abogado, catedrático y rector de la Universidad, Prefecto del Departamento, Diputado y Senador por Santa Cruz y Superintendente de la Comisión Mixta Boliviano Brasileña del Ferrocarril Corumbá Santa Cruz. Cuando desempeñaba estas funciones, falleció trágicamente, juntamente con las principales autoridades que viajaban a Corumbá al accidentarse el avión “Juan del Valle”, el 4 de noviembre de 1.940.

La segunda, distinguida dama hija de alemán y de madre cruceña, adornada con indiscutibles dotes de bondad, talento y abnegación para acompañar a su esposo en la crianza y educación de siete hijos: cinco varones y dos mujeres; cualidades que quedaron ampliamente demostradas, al quedar viuda súbitamente y tener que afrontar sola la atención y educación de la familia consiguiendo ver finalmente formados a sus hijos, todos ellos profesionalmente eficientes y capaces para desenvolverse con éxito y prestigio.

Sus estudios

Marcelo cursó la Institución Primaria en las escuelas “Basilio de Cuéllar” y “Neptalí Sandóval” de esta capital, ingresado al Colegio “Nacional Florida” para efectuar la Instrucción Secundaria, de donde egresó con el Diploma de Bachiller en Humanidades, el año 1941.

Luego inició la carrera de Leyes en la Facultad de Derecho de la Universidad “Gabriel René Moreno”, en la que obtuvo su Diploma Académico de Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas y Sociales, el año 1946 y posteriormente, previo el examen de corte, ante S. R. la Corte Superior del Distrito de Santa Cruz de la Sierra, alcanzó el grado de Abogado, en fecha de 11 de enero de 1947, lo que fue confirmado con su título en Provisión Nacional el 17 de abril de 1947.

Ya en ejercicio de la docencia universitaria, obtuvo una beca para realizar los siguientes estudios de especialización:

Curso Superior de Doctorado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid, España, 1961 a 1962; Curso de Estudios sociológicos del Instituto Balmes de Sociología, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, 1962, y Curso de Derecho de la Universidad de Madrid y el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, 1962. A raíz de lo cual obtuvo los respectivos títulos logrados y premiados en esta forma.

Su trabajo

Desde su adolescencia y alternando el trabajo con el estudio, Marcelo Terceros empleó eficazmente su tiempo en labores útiles y constructivas, desempeñándose siempre con ejemplar capacidad, eficiencia y puntualidad.

En la docencia, para la cual tenía notable disposición y dotes de fácil y clara exposición desempeñó los siguientes cargos: Preceptor de la escuela de niños “Rafael Peña” en 1942; profesor de Literatura en los colegios “Santa Ana” y “Enrique Finot”; profesor de Geografía del colegio “Alemán” 1956 a 1965 y profesor del Seminario “San José” 1967.

La cátedra universitaria le vio también actuar tempranamente, dictando las materias de: Castellano en la Facultad de Ciencias Económicas desde 1947 a 1951; Derecho Internacional Público y Privado desde 1952 a 1970. Dentro de la misma universidad, desempeñó los siguientes cargos: Auxiliar del Rectorado de la Universidad, 1944; Subsecretario del Rectorado el año 1944 a 1945 y Secretario General de la Universidad de 1945 a 1946 y luego de 1950 a 1954. Subdecano de la Facultad de Derecho, 1957 a 1961 y Decano de 1946 a 1967. Vicerrector en 1967 a 1970. Como Vice-Rector de la Universidad, asistió al Décimo Seminario sobre Educación Superior en las América, septiembre-noviembre de 1969. Rector Interino en varias oportunidades entre 1965 a 1970.

Aparte de estos cargos, desempeñó las siguientes funciones: Actuario del Juzgado de Instrucción en 1943: Secretario General de la Prefectura del Departamento, de 1946 a 1948. Conjuez de la Corte Superior de Justicia del Distrito, en varios períodos. Concejal de la Municipalidad desde 1949 a 1951. Secretario del Comité de Defensa de los Intereses Cruceños en 1948. Miembro Fundador y Director del Comité pro-Santa Cruz en 1950. Jefe Administrativo de la Oficina Distrital de la Dirección General de Petróleos en Santa Cruz, 1967 a 1969; Director del Periódico “El Mundo” desde octubre de 1978 a noviembre de 1979. Secretario General de COTAS LTDA. En febrero de 1980 a mayo de 1988. Director del Banco de Cochabamba S. A: desde febrero de 1986 a mayo de 1988.

Funciones diplomáticas

Embajador Delegado de Bolivia de las Naciones Unidas, 1966; Embajador Plenipotenciario de Bolivia en España, noviembre de 1971 a mayo de 1974; Embajador Plenipotenciario en Brasil, mayo de 1974 a octubre de 1976; Subsecretario General del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, octubre de 1976 a julio de 1978.

Actividad cultural y social

Socio del Club Social “24 de Septiembre” de Santa Cruz del que fue Presidente en 1969; Socio del Club de Leones de Santa Cruz del que fue Vice-Gobernador 1970 a 1971 y Gobernador 1971; Presidente del Círculo de Periodistas de Santa Cruz desde 1951; Presidente Diocesano de la Acción Católica de Santa Cruz; Miembro del UNIAPAC, Regional Santa Cruz. Miembro del Instituto Cruceño de Cultura Hispánica, del que fue Presidente en varios períodos; Miembro de la Sociedad de Estudios Históricos y Geográficos de Santa Cruz; Miembro del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Sucre.

Partícipe de los Proyectos de Realización de la Casa de España en un Centro Cultural a Nivel Internacional, hoy I. C. I. Instituto de Cooperación Iberoamericana de 1979 a 1988; Miembro del Directorio de la Casa de la Cultura años 1980 a 1986. Socio del Círculo de Amigos; Miembro fundador y Secretario de la Academia Cruceña de Letras. Segundo Vice-Presidente del Directorio de CIDEP en la gestión 1987 a 1989.

Condecoraciones

1.- Orden de Isabel la Católica. Grado: Gran Cruz. País: España. Motivo: Término de Misión.

2.- Orden de Cruzeiro do Sul. Grado: Gran Cruz. País: Brasil. Motivo: Término de Misión.

3.- Orden de Alfonso X El Sabio. Grado: Gran Cruz. País: España. Motivos: Servicios Prestados.

4.- Instituto de Cultura Hispánica. Grado: Medalla. País: España. Motivo: Servicios Prestados.

5.- Orden de la Bandera Yugoslava con Coronas. Grado: Gran Cruz. País: Yugoslavia. Motivo: Servicios Prestados.

Capítulo IV

De los datos biográficos copiados, se desprende nítidamente que la breve existencia de Marcelo Terceros Bánzer ha sido por demás fecunda en acción constructiva y benéfica en favor de la colectividad cruceña y del país entero, pues su labor no sólo ha comprendido los límites del terruño, sino que, proyectándose hacia el servicio de la patria toda, ha tenido también vasta extensión hacia el ámbito internacional, donde él supo dejar muy bien sentado el prestigio de la nación representada con tanta propiedad, distinción y brillo.

En plena madurez, contando con un excepcional talento y tan claras dotes de preparación y honestidad, muchísimas cosas más podrían haberse esperado de su intervención tan acertada como serena y digna, porque cualidades para desenvolverse con relieve y exitosamente le sobraban.

Acaso su modestia y ese don natural de pasar casi inadvertido mientras laboraba por el bien general, serían un motivo para que sorprenda hasta cierto punto la cantidad y calidad de lo realizado por él durante su relativamente breve trayectoria, siendo más que probable pensar que, con unos diez o quince años más de ejercitar su tarea eminentemente constructiva, podrí ahaber llegado a culminaciones realmente admirables.

Sin embargo, el destino que súbitamente truncara esa preciosa vida, precisamente cuando quizá él ya pensaba sentarse a su mesa de trabajo y ordenando pensamientos y dando formas a muchos proyectos que lo impulsaban a ello, plasmar en una o muchas formas escritas un nuevo imperecedero aporte hacia los suyos. Así, el libro hablado e ilustrado profusamente con sus valiosos actos, hubiese materializado al darse a la estampa, parte de su eficiente y noble batallar en el cotidiano ejercicio de la hombría de bien que fue su natural distintivo.

Pero, si él no lo hizo al quedar en suspenso su obra, otros quizá han de hacerlo, en memoria de sus méritos: Sus hijos y demás familiares seguramente se dedicarán a ello, reuniendo en páginas acopiadas con respeto y cariño, siquiera sea una parte de lo que pudo salir de su pluma y quedó graficado durante su cotidiano afán de servicio y contribución al tenor digno y cálido del palpitar de un pueblo que lo vio nacer y desenvolverse siempre en desplazamiento claro y rectilíneo.

Parece no sólo conveniente sino necesario, detenerse sobre ciertas particularidades de la personalidad de Marcelo Terceros, las mismas que resaltaron en él desde los años de su niñez como características netas que lo iban definiendo ante la opinión de quienes lo observaran con cierta dosis de interés y detenimiento. Su entereza, el dominio de sí mismo y su ecuanimidad que lo hacían enfrentar las diversas situaciones que se presentan en el diario vivir, con propiedad y acierto, sin la vivacidad o el arrojo irreflexivo del niño, adolescente y joven.

Y allí va un ejemplo de lo dicho: Marcelo tuvo un desarrollo físico e intelectual prematuros. En efecto, era muy crecido y su estatura sobrepasaba con mucho a los niños de su edad, así como su talento natural y dedicación al estudio también le hacía sobresalir netamente. Pero, uno de sus rasgos peculiares era precisamente colocarse en el sitio y circunstancias correspondientes a sus años.

Así, por ejemplo, cuando tendría unos diez o doce, para entrar al cine, pagaba la media entrada correspondiente a los de esa edad y ocupaba su asiento delante, resistiendo imperturbable los silbidos o rechiflas que alguna vez trataron de alentarlo, cuando se lo veía sobresaliendo y con mucho de los otros chiquillos que no poseían su poco acostumbrado desarrollo físico. Pero él, sin inmutarse por cualquier manifestación encaminada a molestarlo, seguía ocupando un lugar que seguramente le correspondía. Cualquier otro niño o hasta persona mayor quizá se habría corrido ante aquellas alusiones poco benévolas; sin embargo, él se mantenía allí derecho y firme, consciente del chubasco y soportándolo con una fuerza de voluntad y madurez precoz otorgada por el hecho de saber que estaba en lo suyo, en cuanto le era propio y legítimo por todo concepto. Era niño y se sentaba con los niños, sencillamente y no en cualquier parte que no le correspondía.

Muchos otros rasgos más de su proceder deben haber sido observados por quienes de cerca lo conocieron. Ya joven profesional y cuando ocupaba el cargo de Secretario General de la Universidad, falleció un Ex Rector, con cuyos familiares y por motivos de política partidista existía evidente tirantez en sus relaciones, pero Marcelo consultado por el Rector actual sobre la posibilidad de que visitara a la familia doliente para expresar la condolencia respectiva y ofrecer el salón de actos a efectos del velatorio, manifestó que no tenía inconveniente en desempeñar tal comisión oficial y lo hizo con la mayor naturalidad, cortesía y discreción, que mereció el sincero reconocimiento de los deudos del fallecido.

Le habría bastado simplemente expresar sus motivos en sentido de temer una mala acogida en la casa del mortuorio y habría sido suficiente para que se le excusara de desempeñar tal comisión; pero él no hizo observación alguna. Fue tranquilamente hacia el cumplimiento de sus obligaciones funcionarias.

Otro de los aciertos de Marcelo Terceros, quizá el más grande, fue la elección de la mujer que debía ser su compañera en el hogar. La escogida, bella, delicada y gentil como honesta y distinguida, le acompañó con amor y abnegación durante todos los días de su unión, buenos o malos, alegres o tristes, dándole además hijos igualmente buenos, cariñosos, conocedores de sus deberes como estudiantes y luego como esposos y padres a su vez.

Aquella excelente consorte que a su virtud añadió notable preparación intelectual y artística, fue lo ideal para caminar juntos por un sendero lleno de alternativas en las que se prueba plenamente el temple de los seres humanos. Y así fue ella siempre, asumiendo obligaciones, desempeñándose como ejemplar esposa y madre en toda la extensión de la palabra, mostrando el cuadro constante de una unión cabal en todos los órdenes de la función espiritual y social del matrimonio.

Podría haberse vanagloriado Marcelo, si hubiese sido ostentoso y engreído, de tener realmente a la mujer ideal a su lado; pues ella lo quiso, acompañó y alentó en todo tiempo y cuando hubo de soportar la soledad y zozobra de los malos, en que su esposo estuvo perseguido o preso, sobrellevó con valentía y estoicismo digno de toda alabanza, el peso y la responsabilidad del hogar, desenvolviéndose con entereza y decisión admirables; y luego, cuando vueltos los días de paz hogareña y los hijos ya mayores y aptos para valerse por sí mismos, pudo ella darse tiempo para dedicar algunos omentos a la actividad artística con cuyo motivo salieron de sus manos inspiradas bellos ejemplares de notable valor.

Actualmente, la señora Anita de Terceros, aparte de sus tareas personales, dedica algunos días para cuidar el tesoro artístico local en el museo de nuestra iglesia catedral. Estas tareas y el cariño devoto y asiduo de sus hijos y nietos, así como el respeto y admiración de la sociedad cruceña pueden servirle de algún paliativo a la tremenda desgracia ocurrida con la pérdida de su digno e inolvidable esposo.

Capítulo V

Llevado quizá por sus convicciones personales e ideológicas Marcelo Terceros militó en las filas de un partido político que casi siempre estuvo en oposición al gobierno del país. Su talento y la neta superioridad de su personalidad le colocaron obligadamente entre la élite de ese partido y por esa circunstancia, hubo de sufrir los efectos de la persecución asidua de los organismos gubernamentales de represión. Apresado y siendo objeto de vejámenes y largo cautiverio en campos de concentración, soportó con valentía y entereza tales situaciones adversas y durísimas, sostenido siempre por su temple moral y en gran parte por su acendrado sentimiento cristiano, saliendo finalmente de aquellas tremendas pruebas con su imperturbable serenidad exenta de odios y pasiones malsanas y además, sin mella alguna en su espíritu fuerte y sano.

Era valiente, no valentón. Se enfrentaba a las situaciones y al peligro con serena decisión desprovista de desafiante furia tal como den hacerlo los hombres que se percatan de tales.

Sus méritos indiscutibles le llevaron después a ocupar elevados cargos en la dirección universitaria y la diplomacia, entre otras tantas; sin que lo envaneciera dicho encumbramiento muy legítimo y justificado en quienes se ganan tales sitiales con franca demostración de su capacidad y talento. Y allí se lo vio actuar con brillo y naturalidad a la vez, como quien sigue el curso natural de una carrera en la que se han ido ganando prestigios y galardones en auténtica reciprocidad con lo que se ha puesto en servicio de las causas de meridiana legitimidad y perfecta concordancia con la verdad y justicia en servicio de la colectividad y de ninguna manera, como efecto de la ambición o avidez de subir escalones sin estar debidamente habilitado para ello.

Al cesar, por uno u otro motivo en tan altas funciones, Marcelo Terceros nunca estuvo ocioso, pues, requerido constantemente por las instituciones cívicas, culturales o sociales, volvió a ocuparse de simples cosas que a otro parecerían impropias de alguien que ha llegado hasta posiciones espectables, pero que él asumía siempre con la natural espontaneidad y buena disposición de siempre, constantemente solicitado su concurso en casi todas las esferas de la actividad encaminada hacia lo bueno, nunca eludió un compromiso con quienes lo buscaron sabedores de sus indiscutibles méritos. Veladas artísticas, concursos, presentación de libros, seminarios, mesas redondas, etc., etc. No dejaron de contar con su valioso aporte y sus discursos e intervenciones en tales oportunidades fueron notables por su brillante concepción y la galanura de sus expresiones.

La Casa de la Cultura, la Academia Cruceña de Letras, Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos, Comité Pro Santa Cruz y muchas otras entidades representativas, le tuvieron siempre como miembro directivo eficiente y destacado.

Rasgos sobresalientes y actividad no menos eficaz y ponderable distinguieron pues siempre a quien con su súbito deceso que consternó a todo un pueblo puso un penoso e irremediable suspenso manifestado en el dolor sincero de toda la cruceñidad.

Como siempre que estas desgracias ocurren, sólo queda la esperanza de que su vida y obra relevantes, sirvan de ejemplo a las generaciones presentes y futuras y se logre aprovechar en la mejor manera el precioso legado de su acción constructiva para cimentar claros y sinceros propósitos de imitar su ejemplo en pos de una ruta diáfana, con esfuerzo honrado y positivo, acogiendo su tácita prédica en favor de los grandes y nobles ideales que deben movilizar a las colectividades.

Si algunos o mejor si fuera muchos espíritus amantes de lo bueno y encomiable, se empeñan en dar un paso al frente tratando de ocupar siquiera parte del vacío dejado, puede esperarse frutos que compensen de su ausencia. Quizá se lo entienda así y se ponga manos a la obra de inmediato, porque el alma cruceña es sensible y bien intencionada cuando se trata de reaccionar noble y dignamente.

Capítulo VI

Ponemos aquí punto final a esta breve semblanza que trata de reflejar los aspectos salientes de un excelente ejemplar de hombre, dotado de excepcionales cualidades intelectuales y morales que las puso al servicio de lo mejor en cuanto a la actividad puede pedirse, dentro del movimiento diario del conglomerado social en que se actúa. Al hacerlo, no queremos significar que ya está dicho todo cuanto puede valorarse en la actuación de Marcelo Terceros Bánzer y su alto significado, pues nos parece que hay aún mucho por destacar en ello; y pensamos que quizá plumas más autorizadas que la nuestra, contando con más recursos de composición y tiempo, lo han de hacer en el futuro; y ojalá esto se realice, para poner de relieve en forma más propia y nítida la magnífica calidad de una obra legada al porvenir cruceño.

No es una apología exagerada cuanto hemos hecho, registrado algunas facetas por demás interesantes de la existencia del prematuramente desaparecido valor nacional enjuiciado a grandes rasgos. Al contrario, reiteramos que nos parece sinceramente una muestra pálida de cuanto puede hacerse al respecto.

La posteridad honrará seguramente a la memoria de quien mereció tanto, perpetuando su nombre con un busto o monumento en alguno de los principales paseos de nuestra ciudad, dándolo a determinada avenida o calle, así como a un establecimiento de enseñanza que pueda ostentarlo con legítimo orgullo. Seguramente también nuestra Universidad le hará justicia con otro parecido homenaje por sus largos y relevantes servicios en favor de nuestra Casa Superior de Estudios y de la cultura general del pueblo y el país.

No hacer algo en tal sentido, sería pecado de lesa ingratitud e imperdonable olvido de aquellos cuyo recuerdo debe por fuerza conservarse como dechados de valor indiscutible y en todos los órdenes ponderable.

Tal es, por lo menos, nuestra sincera opinión que no vacilamos en expresar abiertamente culminando el modesto trabajo al que nos propusimos dar una forma, si no exacta y cabal, por lo menos, cuanto más se acerque a lo debido, pese a nuestras naturales limitaciones que somos los primeros en reconocer.

Santa Cruz de la Sierra, noviembre de 1988

FULANO

Índice

Introducción

Personalidad de Marcelo Terceros B.

Datos biográficos:

  • Su cuna
  • Su trabajo
  • Funciones diplomáticas
  • Actividades culturales y sociales
  • Condecoraciones

Semblanza familiar

Marcelo Terceros y la política

Conclusiones

El autor

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D. Antonio Landívar Serrate, nombre destacado en la literatura nacional, nace el 5 de agosto (1910), en la Provincia del Sara (Santa Cruz), en una propiedad de sus padres. Abogado, desarrolla intensa actividad en el ámbito académico, llegando a ser Rector de la Universidad Gabriel René Moreno (1950 – 1954).

Como literato ha obtenido los mayores galardones, entre los principales:

  • Concurso Latinoamericano de Fraternidad Cultural, Buenos Aires (1937), Accesit.
  • Concurso Literario Círculo de Bellas Artes, Santa Cruz (1947), Primer Premio en Verso.
  • Concurso Literario convocado por el Departamento de Cultura H. Alcaldía Municipal de Santa Cruz (1948), Primer Premio en Cuento.
  • Juegos Florales Marianos (1961), Jazmín de Plata.
  • Premio Municipal de Literatura, H. Alcaldía Municipal de Santa Cruz (1979).

Su amplia bibliografía contiene poemas y cuentos: “Lunares en el alba” (1938), “Huerto de emociones” (1966), “Carretones sin bueyes” (1967), “Rastrojo” (1976), “La senda blanca” (1977), “Sirenas en la niebla” (1979), “Desde el recuerdo” (1981), “Acentos” (1986), “Láminas para colorear” (1968) y “Como luciérnagas” (1987).

El Dr. Antonio Landívar Serrate es miembro de la Academia Cruceña de Letras, reside actualmente en Cotoca y se mantiene como prolífico escritor.

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