José María Linares: el dictador incorruptible

José María Linares, retrato horizontal
José María Linares, retrato horizontal

Publicado originalmente en la página de Facebook Santa Cruz Formación Política el 17/05/2019

José María Linares fue el primer presidente civil de Bolivia, gobernó del 9 de septiembre de 1857 al 14 de enero de 1861, habiéndose declarado Dictador en pleno ejercicio del gobierno, siendo el único mandatario de nuestra historia que persiguió moralizar al país, creando hombres nuevos mediante la EDUCACIÓN y la FUERZA, con resultados catastróficos para su persona. 

En nuestra historia hubo otros dos presidentes que en pleno ejercicio de su mandato se declararon dictadores, estos fueron el Gral. Agustín Morales Fernández y el Tte. Cnl. Germán Busch Becerra; al primero lo mató en pleno Palacio de Gobierno su sobrino Federico Lafaye, el 27 de noviembre de 1872, y el segundo se suicidó en su domicilio el 23 de agosto de 1939. 

Algunos historiadores sostienen que el Gral. René Barrientos Ortuño tenía decidido declararse dictador el 1 de mayo de 1969, pero la muerte lo sorprendió en Arque tres días antes de aquella fecha. 

Según su biógrafo Manuel Frontaura Argandoña, Linares es “una de las vidas ejemplares que ha tenido el hemisferio occidental; un hombre del que Bolivia puede enorgullecerse sin reticencia”. Este escritor dice que junto a la “historia negra”, obra de autores malignos, es importante mostrar a ojos de los bolivianos la contrapartida de la historia, la vida de personalidades notables a fin de salvar a las generaciones actuales y futuras del espantoso escepticismo y la pérdida de ideales, que conducen al derrotismo en la conducta pública. A todo este pesimismo, Argandoña, opone el ejemplo de Linares, un verdadero espejo moral, un hombre digno de ser imitado y de levantar el orgullo nacional. 

Los jacobinos

Como antecedente histórico de la conducta asumida por Linares, podemos mencionar a los jacobinos, la fracción más radical de la Revolución Francesa, los que luego de tomar el poder en 1793, quisieron cambiarlo TODO, con la convicción de que el único modo de crear un mundo perfecto, un mundo ideal como el que habían soñado los filósofos griegos, era terminar con todo lo viejo a base de HOMBRES NUEVOS. Era tan extrema su posición, que uno de sus exponentes, el joven Saint Just, pidió la eliminación de todos los hombres mayores de 40 años, para crear dicho mundo. El imperativo de estos hombres era crear un mundo completamente nuevo, desde su base. Con esta mentalidad cambiaron el calendario, los nombres de los años, de los meses y de los días. También cambiaron el sistema de pesas y medidas. Y, en su desesperación de cambiarlo todo, crearon un Comité de Salud Pública para limpiar todo lo malo, todo lo viejo, mediante la guillotina, instrumento que se estrenó en esa época y que fue utilizado de día y de noche, sin interrupción. Robespierre, el líder de esta fracción recibía las listas de los condenados y casi sin leerlas, las firmaba, señalando que era preferible equivocarse mandando a un inocente a la guillotina que perdonar a un criminal.

El Robespierre boliviano

Salvando distancias y realidades específicas, podemos decir que el único presidente boliviano que se aproximó a la filosofía de Robespierre para gobernar, fue José María Linares un hombre que persiguió imponer la moralidad y el bien en Bolivia por la fuerza. 
Linares, en su afán de moralizar el país, fue contra todos los poderes. Fue contra el poder militar, al que quiso liquidar; fue contra el poder de la Iglesia a la que quiso destruir; fue contra el parlamento al que suprimió. Fue contra todos los prejuicios y contra todos los intereses creados. Quiso salvar a Bolivia de la inmoralidad, la corrupción y la anarquía a cualquier precio y fracasó. Todos le dieron la espalda. Sus ministros fueron los primeros en abandonarlo y traicionarlo. Linares al sentirse solo y traicionado, abandonó el Palacio de Gobierno, fue derrocado y con profunda decepción marchó al exilio, donde murió pobre, no obstante haber llegado rico a la presidencia.

Gobernar con los mejores

José María Linares, luego de llegar al poder después de muchas revoluciones contra la casta militar, se rodeó de las personalidades más brillantes de su época: Frías, Mendoza de la Tapia, Pantaleón Dalence, Evaristo Valle, Mariano Baptista, Adolfo Ballivian, Donato Vásquez, Manuel Buitrago y otros. Los jóvenes universitarios lo apoyaron resueltamente y en cada capital los núcleos más selectos de la intelectualidad lo apoyaron. Linares convencido de que sólo a través de la educación se podía contrarrestar los afanes caudillistas de los militares, dio un impulso grandioso a la educación. Redujo el ejército de 6.000 hombres a mil y destinó todo el presupuesto excedente al ramo de la educación. Concedió becas a los mejores estudiantes, estableció una Facultad para la enseñanza de las matemáticas en La Paz, creó un tesoro especial para la Instrucción Pública, subvencionó y ayudó en toda forma al Liceo de América del Sur, establecimiento fundado por un francés, en el que Linares vio un modelo para todos los liceos del país, sentó las bases para la educación femenina y realizó cuando gestión fue posible para dar educación al pueblo. En 1859, publicó el primer mapa de Bolivia, en el que se ve a la Patria con los 400 kilómetros de costa marítima con los que nació. 

Moralizar con el ejemplo 

A tiempo de tomar el poder, después de una larga lucha contra el militarismo, el caos y la inmoralidad eran espantosas, por lo que Linares se propuso como primera medida MORALIZAR el país, con su ejemplo, con su moralidad benedictina, su energía de luchador y su crueldad de inquisidor. Para conseguir estos fines se declaró dictador y cerró el parlamento.

José María Linares, el DICTADOR, déspota iluminado, intransigente de la pureza del bien público, fue insobornable, por ello, al igual que a Robespierre el pueblo lo llamó el INCORRUPTIBLE. Linares, al igual que su semejante francés, hizo ejecutar a cuanta persona era acusada de algún delito contra la moral o la economía pública. La corrupción era total, por lo que también dirigió su mirada al clero, tan corrompido como la milicia y entró en conflicto con la iglesia y las beatas de la época. La guerra a muerte con el clero corrupto llegó a su culminación con el fusilamiento de uno de sus elementos más pervertidos, el fraile Porcel, episodio que marcó el comienzo de su caída.

Traición y muerte 

El “Incorruptible” empezó a ser acosado por todos. Las revoluciones se sucedieron unas tras otras, finalmente cayó a consecuencia de un golpe de Estado, preparado por su Ministro de Gobierno Ruperto Fernández y de los generales José María de Achá y Manuel Antonio Sánchez, sus amigos y ayudantes más cercanos. Linares es desterrado a Chile y poco después muere en Valparaíso, el 6 de octubre de 1861, en la más completa miseria, en hospital de caridad y enterrado en Sección de Comunidad.

Linares siendo presidente nada apeteció para sí, todo lo dio a la Patria, a cuyo servicio estaba íntegramente entregado. En el fondo de todo se advierte que el verdadero enemigo de Linares no fue el ejército, el clero o los terratenientes, sino la ignorancia colectiva, el analfabetismo y la depravación general de las costumbres. 

La personalidad de Linares, quien quiso enseñarnos, aunque sin éxito, a ser honrados, abnegados y altruistas, merece ser perpetuada en el mármol y el bronce, para recordarnos que en nuestra historia no sólo hubieron déspotas bárbaros como Melgarejo y Agustín Morales, sino que también hubo un hombre iluminado, que quiso mejorar nuestra sociedad imponiendo la moralidad y el bien por la EDUCACIÓN y la FUERZA.

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